Queridos Difuntos
Mi tía abuela vivía
al lado del cementerio rural.
Niños, no solo nos espantaba,
pero nos dio una curiosidad imperiosa.
Ella, contenta, nos decía
“me siento bien en compañía
de mis queridos difuntos.”
Me crecía conociendo a
Ruth y Tommy, sus hijos
quienes murieron décadas
antes de que naciera yo.
Primero Ruth, de díptera
luego nació su hermanito
Tommy, hijo único
conociendo al Ángel-Hermana,
Ruth, quien le recibió cuando
se murió el de la misma enfermedad,
díptera, asesino de niños en aquellos días.
De niña, yo intentaba imaginar
la perdida, la desesperación
de mi querida tía abuela
el duelo que nunca se la dejó.
Pero no pude ni mucho menos
entender su alegría, la felicidad
que le daba al vivir
en su casona con vista de las tumbas.
Tumbas de sus hijos y su marido
que les siguió años después.
En su época, la muerte
era común. Todos sabían que
no era cosa secreta, vergonzosa,
ni contagiosa en si.
Tampoco era vergonzosa
la falla del cuerpo
día tras día con
dolores e indignidades.
Lo que se la mató fue
una carretera. El gobierno del estado
se la robó sus tierras.
Su casona, con el gran roble que
subíamos para entrar la primera planta
por sus ventanas de bienvenido
fueron tumbados para abrir paso
por una carretera.
La dijeron, con toda
la arrogancia de juventud
de la nueva generación de lideres
que ella estaría mejor, mas contenta
en una casita en el pueblo
rodeado de los vivos.
No la conocían
fueron ellos—sus queridos difuntos—
que la sostenían, mantenían viva.
Y cuando se la obligaron
a abandonar su hogar,
los oficiales que se habían convencido
a si mismo que la hacían un favor,
sellaron su sentencia
de muerte.
Ella se les llamó a sus
queridos pidiéndoles que
se la llevaran porque
no podía aguantar
la soledad del pueblo.
Rebecca del Rio (originalmente escrito en Castellano)
Sitges (Cementerio del San Sebastián)
Búsqueda y Rescate
Los caminos antiguos
del cerebro humano
van hacia miedo,
preocupación, ansiedad
por defecto.
Nos preguntamos entonces
sobre las señales por el sendero,
las notas dejadas.
Esta carretera secundaria
que viajamos todos va
hacia la muerte.
Apenas entendemos como
la gente alguna vez tan viva
ahora puede estar
ya años y mas años muertos.
Reflexiono de un tipo
perdido unos días
Búsqueda y Rescate
lo encontró
Alguna vez me dijo
que la poesía nos anima
y sostiene después de una tragedia.
Y por eso, pido
Luz dorada en el camino
de los perdidos, porque
todos estamos perdidos
de vez en cuando.
Así que oraciones
nos alcanzan, pase lo que pase,
que tenemos a gente que nos anime
para acabar rescatados y seguros
Aquí, amigos, un rezo, una suplica
para vosotros.
Jack Crimmins
Traducido por Rebecca del Rio